En #Zaragoza, a finales del siglo XIX (1874), se construyó la primera industria española del regaliz. En sus inicios vendían el producto en su forma natural (forma de palo), para su comercialización en puestos callejeros, ferias, tiendas de dulces, etc. Durante la década de los años 60, el regaliz constituía una fuente de ingresos para los agricultores de la zona aragonesa, dónde la recolección se hacía con dedicación parcial y sobre poblaciones silvestres.
Los agricultores Navarros y Zaragozanos, ribereños del río Ebro, recolectaban el regaliz partiendo de plantas silvestres, hasta llegar a sus tallos enterrados. Posteriormente, pasaban a la zona de secado, los colgaban en perchas y los llevaban a la fábrica manufacturera, los cuales pagaban sus entregas por kilos recibidos.
En la actualidad su proceso industrial más complejo, permitiendo una serie de estudios patológicos, analizando el contenido de micotoxinas y la composición de sus sales, de ellos derivan distintos preparados tanto farmacéuticos como para otros muchos fines. Esta planta silvestre nace durante la primavera y muere al final del otoño, luego comienza la extracción de la raíz. En estas fechas, a falta de hojas, la planta pasa desapercibida para aquel que no la conozca. En España se cultiva en toda la cuenca mediterránea; en Cataluña, es plantado en la Plana Occidental y en todo el litoral, empezando desde Girona y llegando a Castellón de la Plana. También se encuentra en la Comunidad Valenciana, en las áreas montañosas occidental y del sur, así como en el extremo más meridional del territorio.
Como es sabido, el regaliz no solo se toma a base de infusiones, sino que también existe el regaliz negro, una goma elaborada a base de extracto de regaliz, consumida por niños y no tan niños. Son famosas unas pastillas pequeñas de forma romboidal, para las afecciones de garganta, y que junto al regaliz contienen mentol y eucaliptol.
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